Colgada, acostumbrada a esos matices que endulzaban su vida, ahora sin ellos se sentía fuera de lugar...
La desesperación aburría cualquier intento de lucha, esclava de un
futuro apagado e inerte... sometida a sonrisas vacías de momentos
vacíos, la apatía se comía lo poco que le quedaba de energía...
El se había marchado, dejando tras de sí una estela de esperanzas pérdidas.
Ahora, en su escondite, dejaba que lágrimas como lava resbalaran por su
cara. Prometiendose a si misma recomponer los cachitos de su dolorido
corazón, lo uniría con noches de luna llena y chupitos de tequila...
Nacía Sylvana, mientras Silvia moría...