Con mirada ausente buscaba sus ojos, sin voz, aún gritaba su nombre, no dejó ni un segundo de intentar recordar cómo olvidarlo, sin odios ni reproches, sólo suspiros y silencio.
En su propio volcán de hielo enterraba, ahogaba, cada una de las lágrimas que escapaban de su consciencia, cada minuto más firme, pero también más oscura, como la noche infinita.
Donde la oscuridad toma sentido, moldea y acompaña cada uno de mis pasos.. Donde la luz ilumina mi camino... Cada día, un nuevo reto...
viernes, 12 de agosto de 2016
Infinita
Suscribirse a:
Entradas (Atom)