La
procesión de cuerpos exóticos rodearon su cama, con la suavidad de
alguien que se deleita con la belleza, la lavaron y ungieron con
aceites.
Los sensuales regalos que su piel recibía despertaron su
apetito, ligeramente se humedeció los labios, los desnudos misteriosos
siguieron con su ritual... Sentía como le caía el aceite en el pecho,
mientras mordía su labio... Abdomen, encorvaba su espalda... Muslos,
donde sus caderas acompañaban el movimiento...
Cada una de esas manos robaban melodías de placer, obligándola a danzar entre jugosos festines...
La amaban, la adoraban... Su musa Seshat.
©Sylvanablack