lunes, 23 de noviembre de 2015

El acantilado del final.

Sobre su cama, ausente miraba al techo, distraia su mente para difuminar su recuerdo, el tic-tac del reloj era su banda sonora, mientras el eco de su risa torturaba su corazón al saber que ella no volvería.
Descubrió una grieta en la pared, le recordó tanto al vacío que habitaba en su corazón que una sonrisa amarga le desafiaba, a cada segundo.
Su pecho estaba frío, añoraba el recuerdo al cobijarla, protegerla era el motivo de su existencia, pero ya no estaba, se había escapado de entre sus dedos, como puñados de arena, ya no merecía la pena luchar.
Seguro de su fatalidad, se aproximó al acantilado del final, sobre su cama...